Hay momentos cotidianos en los que se nos cruza una idea fugaz y sabemos que, si no la guardamos al instante, probablemente desaparecerá sin dejar rastro. Puede ocurrir mientras vamos en bici, cocinamos o simplemente caminamos con las manos ocupadas, cuando sacar el móvil resulta poco cómodo o directamente imposible. Esa sensación de perder algo que parecía importante ha llevado a algunas empresas a explorar una solución inesperada, convertir el dedo índice en un lugar donde capturar pensamientos rápidos antes de que se escapen.
El miedo a olvidar lo importante. Para Pebble, el desafío no está solo en tener una idea fuera de momento, sino en la frecuencia con la que ocurre. Su fundador afirma que a él le sucede entre cinco y diez veces al día, y que lo más frustrante no es la idea en sí,

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