Durante décadas, este desierto costero de América Latina fue visto como una vasta extensión improductiva, dominada por arena, salitre y sol inclemente. Pocas lluvias, suelos pobres y escasez de agua dibujaban un panorama poco alentador para cualquier proyecto agrícola. Sin embargo, contra todo pronóstico, hoy se ha convertido en una de las zonas más fértiles y estratégicas de producción alimentaria del continente.
Desde este territorio árido salen frutas y hortalizas que llegan cada día a supermercados de Estados Unidos, Europa y China , y abastece al mundo en temporadas donde otras regiones no pueden producir. Este milagro agrícola no ocurrió por azar, sino por una combinación de reformas económicas, inversión privada, tecnología y una agresiva política exportadora que transformó el

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