16:45 | Martes 09 de Diciembre de 2025 | La Rioja, Argentina | Fenix Multiplataforma

Hace unos cuantos años, en la escuela donde asistían mis hijos, empezó a circular un video de una maestra manteniendo relaciones sexuales con su pareja. Recuerdo cómo muchos hombres compartían el rumor, lo comentaban con complicidad, ofrecían “el video para quien quisiera verlo”, como si fuera un trofeo más del chisme colectivo. Yo lo vi. Formé parte de esa horda. Pero al rato me detuve y me pregunté: ¿para qué lo vi? ¿Qué ganaba con eso? ¿Qué le aportaba a esa mujer —su intimidad , su vida, su dignidad— que alguien expusiera su cuerpo como espectáculo? Sentí culpa. Tomé una promesa: borrar sin mirar cualquier contenido íntimo ajeno y no participar nunca más de esa cadena automática de consumo y difusi

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