La abuela Serafina estampó en los años cuarenta su firma en un azulejo de un puesto del mercado Altabás , en el barrio del Arrabal de Zaragoza . Fue una especie de acto inaugural para un negocio que aún resiste el paso de las décadas. Entonces, el mercado era el doble de grande de como es en la actualidad y en su interior comenzaba a funcionar uno de los negocios de alimentación con más solera de la capital aragonesa. Más de 75 años vendiendo pescado sin cambiar de lugar, viendo cómo evolucionan los clientes, las costumbres y las legislaciones. Sin embargo, el camino cada vez es más cuesta arriba. "Nuestro futuro ya es el del mercado medieval", bromea Primitivo Yagüe al que todos conocen en el barrio como Primi . Por su parte, comenzó en el negocio con 13 años y pocas personas se

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