Lima vive con la ilusión de que “no pasa nada”. Pero su historia dice lo contrario. El último gran sismo que golpeó directamente a la capital fue el 24 de mayo de 1940 (M 8.2), con centenares de fallecidos y miles de heridos; antes, el referente extremo es el 28 de octubre de 1746 (M 8.6–8.8) que arrasó Lima y el Callao y generó un tsunami devastador. Ambos recuerdan que el silencio sísmico no es seguridad: es acumulación de energía.

A nivel nacional, los “grandes” recientes refuerzan la alerta: Arequipa–Moquegua 2001 (M 8.4) con tsunami y daños extensos; y Pisco 2007 (M 8.0), que dejó 595 fallecidos, más de 58 mil viviendas destruidas y 103 hospitales afectados. Son postales de lo que un megasismo podría replicar en una Lima más densa, vertica

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