La administración Trump está intensificando los esfuerzos para acabar con las bandas que transportan drogas ilícitas a Estados Unidos, con ataques militares mortales en el mar y medidas para endurecer las fronteras como temas centrales.
Pero mientras Estados Unidos redobla sus intervenciones abiertas, los expertos advierten que los responsables políticos pueden estar pasando por alto un campo de batalla clave: las cárceles de toda la región.
Varias de las organizaciones criminales más poderosas de Latinoamérica no se forjaron en zonas fronterizas, calles ni escondites selváticos, sino en las cárceles de la región.
Superpobladas, con escasos recursos y a menudo prácticamente autogobernadas, estas instalaciones han servido durante mucho tiempo como incubadoras donde los grupos armados rec

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