Las recientes declaraciones de Koldo García, exasesor de José Luis Ábalos, han reabierto una de las heridas más profundas en la credibilidad institucional del actual Gobierno. En una entrevista exclusiva a OkDiario , García ha asegurado que “alguien fue un poquito espabilado” y se quedó con los 500.000 euros que la constructora Acciona supuestamente entregó al PSOE en efectivo durante la campaña de 2019. Aunque el propio Koldo no señala a un responsable directo, las sombras se proyectan sobre el corazón de Ferraz.

Ferraz y la pérdida del pudor institucional

El testimonio, de confirmarse, revelaría no solo una presunta financiación opaca, sino una práctica de comisiones a través de contratos públicos canalizados mediante una sociedad participada por Santos Cerdán . Servinabar , que llegó a ingresar más de seis millones de euros gracias a contratos con administraciones controladas por el PSOE, actuó como interfaz entre el partido y una de las principales constructoras del país. La existencia de un "memorando de entendimiento" previo a las adjudicaciones refuerza la sospecha de una estructura planificada y reincidente.

La opacidad como modelo de partido

No se trata ya de anécdotas o excesos personales. El caso expone un modelo de degeneración institucional donde las relaciones entre poder público y empresa privada se funden sin control, sin transparencia y sin rendición de cuentas. Las insinuaciones de Koldo sobre otros posibles sobresueldos o donaciones irregulares refuerzan la necesidad de investigar si estamos ante un caso aislado o una práctica sistemática. En cualquier democracia madura, este tipo de afirmaciones exigiría una comisión parlamentaria inmediata.

Respuestas eléctricas en la oposición

El Partido Popular ya ha anunciado la intención de citar a los implicados ante la comisión del "caso Koldo" en el Senado. Vox ha pedido, además, investigar la relación entre estas donaciones y otros contratos firmados durante el mandato de Ábalos. Entretanto, el Gobierno guarda silencio o minimiza el alcance, escudándose en la falta de pruebas directas. Pero la responsabilidad política no puede ni debe esperar a que los jueces hagan lo que corresponde a los partidos: esclarecer y asumir consecuencias.

Una democracia que se juega su futuro en la transparencia

Lo que está en juego no es una campaña, ni una gestión, sino la salud de la democracia española. Si un partido de Gobierno ha recibido dinero en efectivo para financiarse ilegalmente, y ha adjudicado contratos a cambio, debe enfrentarlo con claridad y responsabilidad. La regeneración institucional empieza por no tolerar la corrupción en las propias filas. Y si Ferraz calla, el deterioro no solo será electoral: será moral, institucional y estructural.