Bajo las aceras, plazas y edificios de Zaragoza se esconde otra ciudad. Un universo silencioso, intacto en muchos rincones, donde conviven cloacas romanas, bodegas medievales, galerías judías, criptas barrocas y pasadizos envueltos en leyendas inquisitoriales. Un territorio invisible que, durante siglos, sirvió para almacenar, proteger, circular o esconder… y que hoy permanece en gran parte tapiado, olvidado o inaccesible.

La capital aragonesa nació mirando al Ebro, pero creció también hacia abajo . Pocas ciudades españolas conservan un subsuelo tan heterogéneo y tan cargado de relatos como Zaragoza, donde cada obra, cada sótano y cada ampliación del tranvía o de aparcamientos saca a la luz pedazos inesperados de un pasado milenario.

Un laberinto bajo los pies

Caesaraugusta ,

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