Lo bueno y lo malo parecen dos caras de la misma moneda, antagonismos necesarios para valorar lo que llamamos realidad. Algo es bueno si contribuye a defender la vida en su cotidiana expresión, y es malo si la deteriora de alguna manera.

Necesitamos de la dualidad, es estructura básica del mismo pensar, si bien ello no agota la misma inteligencia, más bien la prolonga desde ese punto de partida. De la continua apuesta por lo bueno nos convertimos en buenos, útiles digamos para convivencia y reflejo de ella misma en nuestra identidad.

Si protegemos nuestra vida y la de los demás seremos piezas inteligentes en esto del vivir, de lo contrario antagónicas formas de una especie razonada para sobrevivir y desdibujada de sentido al extinguirse.

Encuentro el arbitrio de lo que soy en esta e

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