Hubo un tiempo en el que Pedro Sánchez se podía permitir dar lecciones. Como la democracia es un sistema crítico en su esencia, siempre que uno llega al Gobierno lo hace enmendando al anterior. Quizá recuerden a ese Sánchez, menos flaco que ahora, en realidad no ha pasado tanto tiempo.

Era el que desbancó a Mariano Rajoy por la corrupción, el que creó el Gobierno "más feminista de la democracia española", con tantas mujeres en puestos de responsabilidad que incluso algunos desempolvaron sus apuntes de lengua para ver si cabía que se llamase Consejo de Ministras. Había entonces un PSOE que salía a la calle, que podía hacerlo, y que daba la batalla ideológica a la otra izquierda, mirándola de tú a tú, en asuntos como la abolición de la prostitución, la Ley Trans o la del sólo sí es sí.

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