A comienzos de 2023, el fin de la llamada presidencia interina del diputado Juan Guaidó, había provocado un tsunami en la ya, para entonces, debilitada y fragmentada oposición. Las elecciones primarias, previstas a realizarse a mediados de aquel año, no sólo se veían amenazadas, sino que estaban a punto del naufragio.

A diferencia de lo ocurrido en 2019, cuando más de 50 países desconocieron la presidencia de Nicolás Maduro y apoyaron a Guaidó, más naciones comenzaron a abrirle sus puertas al gobierno chavista, mientras EE.UU. optaba por flexibilizar las sanciones petroleras. Pero lo que terminaría pasando este año no sólo habría sido imposible de prever, sino que marcaría un giro de 180 grados para muchos de los actores involucrados.

A punto de finalizar el 2025, la escalada de tensione

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