ARCA

Por: Juan Carlos RECINOS

En El sueño de la esposa del pescador , la imaginación oriental se vuelve una marea que no busca el escándalo, sino la revelación.

No se trata simplemente de una estampa erótica, sino de una escena fundacional: el encuentro entre lo humano y lo abisal, entre la carne y lo informe, entre el deseo y lo inexpresable. El cuerpo de la mujer, abrazado por los tentáculos del pulpo, no es dominado: es escuchado, leído, despertado. La escena es menos una transgresión y más una apertura hacia un lenguaje que no obedece a la moral, sino al asombro.

La cultura japonesa de la era Edo comprendía algo que Occidente ha olvidado con frecuencia: el deseo no es sólo pulsión, sino símbolo. La esposa del pescador no traiciona, no huye, no se degrada. Sueña. Y en el sueño el

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