Para los colombianos, el Día de las Velitas es más que un ritual de fuego: es un tejido social que se enciende cada diciembre. Las llamas pequeñas iluminan esquinas y balcones, pero también iluminan la memoria colectiva de un país que, por una noche, se reconoce en comunidad. La celebración impacta más allá de lo simbólico, dinamiza la economía local con ventas de velas, faroles y alimentos típicos; atrae turismo interno y externo, convirtiendo barrios y ciudades en escenarios de encuentro cultural. Incluso las cifras de criminalidad tienden a descender durante esta fecha, como si la luz lograra suspender, por unas horas, la sombra de la violencia. La velita se convierte en un pacto silencioso, los vecinos que comparten, familias que se reencuentran, desconocidos que se saludan. Es un reco
Faroles encendiendo historias
Extra Colombia22 hrs ago
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