Ciudad de México..-El sudor ya era un río invisible cuando las primeras luces iluminaron al público. La Mudanza explotó en los altavoces y, de inmediato, miles de cuerpos comenzaron a moverse como si cada segundo fuera irrepetible.

La gente perreaba a gritos, un flujo interminable de brazos y caderas que se encontraban y separaban, un vaivén perfecto entre el caos y la coordinación, con un humo que serpenteaba entre las cabezas y destellos que rebotaban en cada gota de adrenalina.

“¡Mira, ya empezó el mar de traseros!”, gritó Mariana, de 22 años, mientras ajustaba los chinos pegados a su frente por la humedad.

Así arrancó el primero de ocho conciertos que Bad Bunny ofreció este miércoles en el Estadio GNP Seguros de la Ciudad de México, como parte de su gira Debí Tirar Más Fotos, que ll

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