Desde pequeño, su vida estuvo marcada por la resiliencia . Su infancia transcurrió entre canchas improvisadas, tardes viendo partidos y una fuerte energía deportiva. Quienes lo veían correr, saltar y competir intuían que tenía un talento natural, pero nadie podía anticipar cuánto peso emocional terminaría cargando sobre sus hombros. Pero era su carácter: competitivo, intenso y decidido.

A los diez años ya era considerado uno de los chicos más atléticos de su barrio . Pero más allá de su capacidad física, lo que llamaba la atención era su sonrisa permanente, incluso en los momentos en que las cosas no salían bien. Amaba los deportes sin distinción: fútbol americano, béisbol, básquet… cualquier disciplina lo emocionaba y lo hacía sentir vivo.

El golpe más profundo llegó cuando tenía ap

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