Cuatro meses antes de las elecciones del 2016, Pedro Pablo Kuczynski era sólo ese viejecito de nombre impronunciable que había sido ministro de Economía de Toledo y que causaba risa cuando hablaba de sus aspiraciones presidenciales. Nadie hubiera imaginado que pasaría a segunda vuelta sólo porque las candidaturas de Julio Guzmán, César Acuña y, luego, Alfredo Barnechea -los favoritos previos- serían dinamitadas por diferentes motivos, desde un affaire demasiado candente hasta un malhadado trozo de chicharrón.
Pocos meses antes de las del 2011, Ollanta Humala era el peligroso mal mayor que había sido derrotado, el 2006, por Alan García, quien, a su vez, semanas antes de esas elecciones, iba muy atrás de la gran favorita de entonces, Lourdes Flores, quien se fue cayendo por culpa de un pisc

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