La llamada “Ley de Modernización Laboral” impulsada por el gobierno de Javier Milei se presentó públicamente como un motor para “generar trabajo genuino”, “facilitar la contratación” y “terminar con la industria del juicio”, pero un repaso detallado del primer punto del proyecto -el que modifica el corazón mismo de la Ley de Contrato de Trabajo- muestra un efecto muy distinto. Lejos de promover nuevas relaciones laborales, la reforma habilita y normaliza la figura del falso autónomo , debilitando la protección histórica del trabajador y facilitando esquemas de contratación que no crean nuevos empleos .

La raíz del cambio está dispuesta en la alteración de la tradicional “presunción de laboralidad”, una base del derecho del trabajo argentino. Desde hace décadas, el sistema part

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