La historia de la canción de "La Guadalupana" se remonta al trabajo del sacerdote jesuita Saturnino Junquera, un misionero nacido en Valencia que llegó a México en los años 40. Así lo recuerda Benjamín Paredes, director de la Capilla de Música de la Basílica de Guadalupe, quien destaca que esta composición fue siempre un acto de fe: una manera de cantar devoción con la voz y el corazón.
Esa raíz espiritual se mantiene vigente incluso cuando el canto se adapta a géneros que poco tienen que ver con lo religioso, como el rock, el pop o, en años recientes, el reggaetón . Para el Padre Jesús Arzate, párroco de San Agustín en Ecatepec, la explicación es simple: “La música es expresión de lo que vive el ser humano y de sus sentimientos.” Y donde hay sentimiento, también puede haber fe.
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