El histrionismo de Guillermo Moreno es tan alto que uno no sabe si está inventando una historia para ejemplificar su pensamiento político o si efectivamente sucedió lo que narra y solo lo está contando con su gracia particular.
De arranque dejó el título cuando adelantó que lo “habían invitado a comer a un restaurante de la Argentina blanca”, para dar rienda suelta a su relato.
"Me invitaron a almorzar a un restaurante de la Argentina blanca. Esos que inventaron que el resto son cabecitas, salvo ellos".
"Miraron todos porque ‘uh, entró Moreno’. Algunas mesas se levantaron para saludar. Uno muy importante de su sector me dijo que está por cerrar la fábrica. Le dije, ‘no seas pavote, tomá mi teléfono y antes de cerrar, hablemos’. Estamos hablando de miles de trabajadores".
"Todos miraban

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