Filipe Luís se quitó un día los guayos, los tiró en un rincón de su habitación, con la nostalgia normal del que renuncia a algo tan preciado, y esa noche se acostó, durmió, no se sabe si plácidamente o con algunas angustias, algunos miedos, pero algo debió soñar, ¿pesadillas o sueños sobre su futuro? Al otro día se levantó convertido en otra persona, había mutado en otro ser, se miró en el espejo y se vio con la misma melena que a veces se ata con una moña, pero era otro: ahora era el cuerpo y la cabeza de un entrenador de fútbol. Empezaba su nueva historia.

Ríchard Ríos se mete en el once ideal de la semana en la Champions League, tras brillar con el Benfica

Su paso de futbolista a director técnico fue así de fugaz, como una ráfaga de las que él protagonizaba en la cancha, donde se dese

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