Para muchos, tomar café es un ritual diario. Sin embargo, hay algo curioso que se repite: dejar el último sorbo del café en el fondo de la taza. No importa la intensidad, el tamaño o lo bien que haya salido la bebida. Ese pequeño resto queda siempre intacto y suele atribuirse a una simple manía. Pero la psicología sugiere que detrás hay una explicación más interesante.
La farmacéutica y divulgadora Elena Monje compartió en redes sociales un análisis que ayuda a entender este comportamiento desde el punto de vista sensorial.
Qué pasa en el último sorbo de un café
Según explica Monje, el rechazo al último trago no tiene que ver con el sabor del café, sino con cambios que se producen justo al final. En esa última parte suelen aparecer: • Variaciones leves en la textura • Disminución de

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