A Lucas lo asesinaron. Al menos, presuntamente. Según la Guardia Civil, lo habría matado a golpes Juan David, su padrastro, un venezolano de 21 años que ni siquiera debía acercarse a él porque tenía una orden de alejamiento precisamente por sospecha de maltrato. La investigación no ha conseguido determinar aún el papel de la madre, Bárbara, también venezolana y de 21 años, quien como mínimo dejó a su hijo en manos de su supuesto verdugo y después cooperó con él en el traslado del cadáver hasta el lugar donde fue localizado, un antiguo búnker de la Guerra Civil situado en la playa que une Garrucha y Mojácar, dos localidades del levante almeriense que aún tratan de encajar el mazazo de la muerte violenta de un niño de cuatro años.

A Lucas lo asesinaron las personas que más debían protegerlo

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