En la cocina de los Cárdenas , la hospitalidad es el ingrediente más poderoso. Allí, entre el aroma del cabrito al horno y la voz pausada del padre que da instrucciones precisas, y a la vez pide opinión, nació una forma de entender la vida: servir es también amar.
En su casa, la sazón se hereda, enseña y une. No solo se comparten recetas, sino gestos: la forma de mirar un fuego, de probar una salsa, de cuidar a quien se sienta frente al plato. En esa escuela familiar, sin pizarrones pero sí con cucharones, Rodrigo Cárdenas Garza aprendió que la cocina no es solo técnica o tradición, sino una manera de hospitalidad.
Habla con la misma pasión del tamal relleno de cabrito más grande del mundo, que de las tortillas de harina hechas en casa por su madre doña Lilia, las tortillas de harina d

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