Fue un fin de semana de teléfonos descompuestos. Sonaba el de Santiago Caputo y sonaba el de Diego Santilli . De ambos volvían a salir promesas. La presión se extendió hasta el martes. Ya no había más tiempo. Sin acuerdo, el Gobierno lanzó finalmente el anteproyecto de reforma laboral que ideó Federico Sturzenegger y dejó al ala dialoguista de la Casa Rosada sin respuestas. El diálogo, que ya era escaso, el miércoles se cortó. Javier Milei se radicalizó con una propuesta altamente restrictiva, que golpea de lleno el poder gremial a través del debilitamiento de la negociación colectiva, y que según denuncian los propios gremios, dejará al sistema al borde de la quiebra.

Fue llamativo que el propio Manuel Adorni había prometido el martes a la mañana que no le tocarían los

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