La Iglesia católica no es un actor político ni una ideología más en el debate público. Antes de que existieran las categorías modernas de izquierda y derecha, el liberalismo, el socialismo o el nacionalismo, la Iglesia ya formulaba un cuerpo coherente de enseñanzas morales y sociales que hoy se conocen como su Magisterio. Este Magisterio es la autoridad doctrinal con la que la Iglesia interpreta el Evangelio y lo aplica a las grandes cuestiones humanas —la dignidad de la persona, el trabajo, la justicia social, la economía, la política, la familia o la convivencia entre pueblos— con vocación de permanencia histórica.

A lo largo de los siglos, el Magisterio ha defendido principios que no encajan limpiamente en los marcos ideológicos contemporáneos. Por un lado, ha criticado el libre mercad

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