Por [Jorge Camargo ]
Esta semana Colombia vivió un hecho sin precedentes: un expresidente de la República, Álvaro Uribe Vélez, fue condenado a 12 años de prisión domiciliaria por fraude procesal y soborno en actuación penal. Un acontecimiento que marca un hito judicial y político, pero que también desata un debate que va mucho más allá de los estrados.
El fallo, histórico en términos de justicia, llegó justo a un año de las elecciones presidenciales de 2026. Esto no es un dato menor, pues el uribismo sigue siendo una de las fuerzas políticas más influyentes del país. Para muchos, el proceso tiene una carga política evidente: frenar a Uribe y su influencia en el futuro político inmediato.
¿Golpe de la izquierda o error estratégico?
Desde la oposición se señala que el “Petrismo” cometió