Minuto 49:39 de 50. Al partido entre Lanús y River le quedan exactamente 21 segundos. Nada. Un abrir y cerrar de ojos, un pestañeo, una bocanada de aire, un chasquido de dedos. River gana 1-0 en una cancha difícil -La Fortaleza del club Granate- y no sólo estira su invicto en el segundo semestre post mundial de clubes. Además, empieza a escaparse en el liderazgo de su grupo del torneo Clausura del fútbol argentino.

Minuto 50 de 50, apenas 21 segundos más tarde. Terminó. Efectivamente, el partido llegó a su fin. Pero los que festejan no son los de River sino los locales, que en ese lapso insignificante, inexistente, efímero, en ese pestañeo, en subibaja de las cejas, en ese movimiento mecánico de inhalar y exhalar, llegan al empate. El que insulta, maldice y se queja no es Mauricio Pellegr

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