En Nueva York, la discusión sobre los horarios escolares está ganando espacio en la agenda pública y educativa. La pregunta es directa, pero compleja: ¿a qué hora deberían empezar las clases los chicos?

El tema atraviesa dimensiones biológicas, culturales y logísticas, y cobra mayor relevancia en una ciudad donde muchas secundarias comienzan sus jornadas alrededor de las 8 de la mañana , obligando a los adolescentes a madrugar aun cuando su reloj interno los predispone a dormir más tarde.

El cronotipo: la biología detrás del debate

La noción de cronotipo es central para comprender el problema. Andrea Goldin, bióloga e investigadora del Conicet en Argentina, explicó que se trata de “una característica personal que marca nuestras preferencias diurnas, nuestro tiempo interno”.

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