
Un cambio de paradigma se avecina en la cardiología mundial. Una investigación de gran escala, impulsada desde España y con participación internacional , ha puesto en entredicho una de las prácticas clínicas más asentadas en el tratamiento posterior al infarto de miocardio. El uso sistemático de betabloqueantes, fármacos empleados desde hace más de cuarenta años como parte del protocolo estándar en pacientes que han sufrido un infarto, ha sido seriamente cuestionado por el reciente estudio REBOOT.
La investigación, liderada por el Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC) en colaboración con el Instituto Mario Negri de Milán, se ha presentado en el marco del Congreso de la Sociedad Europea de Cardiología (ESC) en Madrid. Los resultados no solo invitan a revisar las guías clínicas vigentes, sino que obligan a replantear de forma urgente y profunda cómo se tratan millones de pacientes cada año en todo el mundo.
Más de cuatro décadas de una práctica que hoy queda desactualizada
Desde los años ochenta, los betabloqueantes han sido recetados como uno de los pilares del tratamiento tras un infarto. Los ensayos clínicos de aquella época demostraron que estos fármacos reducían la mortalidad, especialmente en contextos donde las intervenciones cardiovasculares eran limitadas. Sin embargo, la medicina ha avanzado a pasos agigantados.
Hoy, los pacientes con infarto reciben tratamientos mucho más efectivos, rápidos y personalizados, como la intervención coronaria percutánea, la administración precoz de antiagregantes plaquetarios y el monitoreo intensivo en unidades coronarias especializadas.
“Hace cuarenta años, los recursos eran limitados. No se hacían cateterismos de forma rutinaria ni existían muchos de los medicamentos actuales. En ese contexto, los betabloqueantes eran una herramienta útil. Pero el presente es muy diferente”, explica el doctor Borja Ibáñez, director científico del CNIC y cardiólogo en el Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz de Madrid, así como jefe de grupo en el CIBER de enfermedades cardiovasculares.
Un estudio ambicioso, riguroso y revelador
El ensayo REBOOT (acrónimo en inglés de "Tratamiento con Betabloqueantes después del Infarto de Miocardio sin Fracción de Eyección Reducida") ha sido el mayor estudio aleatorizado realizado hasta la fecha sobre este tema. En total, 8.505 pacientes de 109 hospitales, distribuidos entre España e Italia, participaron en el ensayo. Todos ellos habían superado un infarto de miocardio sin presentar complicaciones graves y mantenían una función contráctil normal del corazón. Esto es clave: su fracción de eyección del ventrículo izquierdo, el indicador más importante para valorar la capacidad de bombeo del corazón, estaba por encima del 50%.
Los participantes fueron divididos en dos grupos. A unos se les prescribió tratamiento con betabloqueantes al ser dados de alta. A otros, no. Durante los cuatro años posteriores, se les hizo un seguimiento exhaustivo para registrar cualquier posible diferencia en la evolución clínica. El resultado fue contundente: no hubo diferencias estadísticamente significativas entre ambos grupos en cuanto a mortalidad, reinfarto o ingreso hospitalario por insuficiencia cardíaca. Es decir, en pacientes con función cardíaca conservada , el tratamiento con betabloqueantes no aporta ningún beneficio clínico medible.
Un riesgo añadido en mujeres: más mortalidad, más complicaciones
Uno de los aspectos más sorprendentes del estudio surgió en el análisis por sexos. El subestudio específico realizado con las mujeres que participaron en el ensayo reveló una tendencia alarmante. No solo los betabloqueantes no mejoraban su pronóstico, sino que lo empeoraban. En el grupo de mujeres tratadas con estos fármacos, la mortalidad absoluta se incrementó en un 2,7 %, junto con un aumento en las tasas de reinfarto e insuficiencia cardíaca.
Los investigadores aún no han podido identificar una causa exacta, pero apuntan a una posible explicación fisiológica: “Las mujeres, en general, tienen ventrículos más pequeños y diferentes características estructurales en el corazón. Es posible que eso altere la forma en que responden a estos fármacos”, sugiere Ibáñez.
Implicaciones clínicas globales: una revolución silenciosa pero profunda
El impacto del estudio es mayúsculo. No se trata solo de cuestionar un tratamiento, sino de revisar una recomendación que ha estado presente durante más de cuatro décadas en las guías internacionales de práctica clínica. Hasta ahora, se calculaba que más del 80 % de los pacientes dados de alta tras un infarto recibían betabloqueantes como parte de su medicación habitual. Con los resultados de REBOOT, ese porcentaje deberá revisarse, y las recomendaciones médicas serán adaptadas en consecuencia.
Además, prescindir de los betabloqueantes en estos casos permitirá optimizar el uso de otros tratamientos con beneficios probados y evitar los efectos adversos asociados a estos fármacos, que incluyen fatiga, hipotensión, debilidad muscular y disfunción sexual tanto en hombres como en mujeres.
¿En qué casos siguen siendo necesarios?
Los investigadores también aclaran que los betabloqueantes siguen teniendo un papel esencial en determinados pacientes. Aproximadamente el 30 % de quienes sobreviven a un infarto presentan una función cardíaca deteriorada. En este grupo —donde la fracción de eyección es inferior al 50 %—, el uso de estos medicamentos sigue estando plenamente justificado. Así lo demuestra también un metaanálisis posterior que incluyó a pacientes con disfunción moderada o severa.
“Este estudio no elimina el uso de los betabloqueantes. Lo que hace es afinar y personalizar su indicación, evitando su uso innecesario y los riesgos que conlleva en quienes no lo necesitan”, insiste Ibáñez.
Publicaciones simultáneas en las revistas más prestigiosas
El estudio ha sido validado por la comunidad científica internacional. Su publicación ha sido simultánea en tres de las revistas médicas más influyentes del mundo: The New England Journal of Medicine , The Lancet y European Heart Journal . Esto no solo valida la calidad y relevancia del trabajo, sino que garantiza su difusión entre profesionales de todo el mundo.
Luis Rodríguez Padial, presidente de la Sociedad Española de Cardiología, ha sido tajante al respecto: “Este estudio tiene un impacto inmediato. Permite a los médicos tomar decisiones más fundamentadas y evitar tratamientos innecesarios. Es un ejemplo de cómo la ciencia sigue afinando y perfeccionando la medicina del siglo XXI”.
Hacia una medicina verdaderamente personalizada
El caso de los betabloqueantes es una muestra clara de cómo la medicina moderna debe abandonar el “café para todos” y avanzar hacia un modelo más preciso, basado en la evidencia y en las características individuales de cada paciente.
Con estudios como REBOOT, se reafirma la necesidad de reevaluar tratamientos tradicionales a la luz de los avances científicos, tecnológicos y clínicos de las últimas décadas . El reto, ahora, está en actualizar las guías, informar a los profesionales sanitarios y, sobre todo, ofrecer a los pacientes un tratamiento más seguro, eficaz y personalizado.