Hay causas que siempre provocan consecuencias. Las derrotas en el fútbol, por ejemplo. Las dos primeras jornadas habían dejado el peor balance posible a nivel de puntuación ante la Real B y el Andorra, dos recién ascendidos. En ambas, el Real Zaragoza no fue capaz de mantener la portería a cero, cuatro tantos en contra en total, y tuvo enormes dificultades para hacer gol. Solo Bazdar había marcado.
A pesar de ello, el equipo aragonés había sido capaz de generar abundante peligro en las áreas rivales en ambas jornadas. Sin ir más lejos, a ese clavo ardiendo se agarró Gabi en la previa del partido de Castellón para luego hacer donde dije digo, digo Diego. La falta de claridad en la zona decisiva del campo, de clarividencia, de más calidad en el último toque y el desacierto colectivo en