Los patrones climáticos se vuelven erráticos, con fenómenos meteorológicos extremos en momentos inesperados del año, debido al aumento de la energía disponible en la atmósfera terrestre
Las ciudades europeas parecen derretirse bajo el sol en agosto, para estupor de sus visitantes, pero el científico y divulgador Fernando Valladares tiene la sensación de revivir la misma escena año tras año. El aire cálido pesa y la conversación se encamina, de manera inevitable, hacia lo mismo. Valladares dirige el grupo de Ecología y Cambio Global en el Museo Nacional de Ciencias Naturales, en Madrid. Siempre aparece allí alguien —un curioso con el ceño fruncido o un desconocido con la frente empapada de sudor— que le pregunta sobre el calor sofocante que envuelve al ambiente o sobre el tiempo incierto