CIUDAD DE MÉXICO- Las explosiones comenzaron antes del amanecer, sacudiendo el suelo y haciendo vibrar las ventanas en la oscuridad. Y con ellas, dijeron los vecinos de la localidad, llegó el revelador zumbido de los drones .

“Sabíamos que ya venía el diablo”, dijo Ana, madre de seis hijos, quien tomó a sus niños y corrió mientras los hombres armados se acercaban para enfrentarse.

Semanas después, su pueblo aún mostraba las cicatrices. Había agujeros en los tejados donde los drones habían lanzado bombas. Se veían cráteres abiertos donde habían explotado minas terrestres. Los casquillos calibre .50 resplandecían en la tierra.

El enfrentamiento no ocurrió en una zona de guerra de Ucrania o Medio Oriente, y los combatientes no pertenecían a ningún ejército. Eran grupos criminales con arm

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