Feijóo no se anda con subterfugios y relaciona directamente inmigración con delincuencia, mientras Ayuso calca el mensaje de Vox tras la violación de una menor en Madrid. El PP cree que no puede quedarse atrás o perderá más votos en favor de la extrema derecha
La agresión a tres migrantes horas después de una denuncia por violación desata otra ofensiva racista en Madrid
Los gobiernos autonómicos del Partido Popular no quieren poner más dinero con el que ampliar las plazas de los centros de menores inmigrantes y cumplir un deber mínimo de solidaridad con Canarias. Forma parte de sus competencias, pero les da igual. La dirección de su partido está metida en un asunto de mayor calado. Lo que quiere es menos inmigración. Aunque se centra en los que llegan a España por el mar desde África, su rechazo es más amplio, porque no duda en relacionarla con la delincuencia.
“La migración irregular se desborda en España”, dijo Alberto Núñez Feijóo el domingo en Galicia. Reclamó que el Gobierno envíe policía a la frontera –un concepto novedoso sin duda– con el fin de “asegurar la seguridad de los españoles”. No deja pasar una oportunidad para destacar el peligro que sufren los españoles por “la falta de una política migratoria” a diferencia de otros países europeos.
Los datos son secundarios, porque lo desmienten. Hasta el 24 de agosto, las llegadas por mar en España han sido este año 23.549, prácticamente repartidas a la mitad entre Canarias y el Mediterráneo. La cifra supone un descenso del 32%, según datos de ACNUR. Las llegadas a Italia han sido 42.547, un número similar al del año pasado, y a Grecia, 28.467.
Los dirigentes del Partido Popular estaban avisados. A finales de julio, Feijóo les avisó de que deberían apostar por la inmigración como el tema con el que desgastar al Gobierno. El método más efectivo consistía en relacionar a los extranjeros con un supuesto aumento de la delincuencia. Aunque el argumento consistía en decir que la inmigración no es la solución a los problemas económicos de España, el interés es más particular. Vox centra casi todos sus mensajes en el rechazo a la inmigración y el PP interpreta que eso explica su ascenso en las encuestas. En términos de xenofobia, el PP cree que no puede quedarse atrás o perderá más votos en favor de la extrema derecha.
En la rueda de prensa del lunes, preguntaron a Feijóo por esa amenaza de Vox en los sondeos y sus críticas por la inmigración. Respondió alegando que “la inseguridad en las calles españolas se ha incrementado”, sin molestarse en dar una cifra ni en concretar a qué delitos se refería. No se atrevió a responder a las críticas de Santiago Abascal, que adjudica la misma responsabilidad al PSOE y al PP: “No voy a hacer oposición a los señores de Vox. Mi problema no es cambiar al tercer partido del país”. Lo necesitará si quiere gobernar.
Isabel Díaz Ayuso no necesita que la presionen desde Génova. En las dos últimas legislaturas, ha respondido a las críticas de Vox con el argumento de que la Comunidad de Madrid debe cumplir la ley y atender a los menores no acompañados. Ahora ya no tiene tanto respeto por las obligaciones legales de su Gobierno.
Después de la violación de una chica de 14 años presuntamente por un inmigrante marroquí de 17 años en Madrid, volcó en Twitter un mensaje indistinguible del de la extrema derecha: “Cada día son menores más agresivos y llegan en peores condiciones”. No sólo eso, sino que afirma que el Gobierno fomenta esas llegadas. Al hablar de “los cientos de miles de adultos que llegan por Barajas cada año”, contribuye a describir la inmigración como una amenaza.
A la extrema derecha, y ahora también a algunos dirigentes de la derecha, solo las violaciones cometidas por extranjeros les provocan unos deseos incontrolables de denunciar esos delitos. Son los delitos que ellos creen que les dan votos. “En la ciudad de Madrid ha habido 256 violaciones en lo que va de año y solo hemos escuchado a algunos interesarse por una”, dijo Francisco Martín, delegado del Gobierno en Madrid. “Solo les interesa la violencia sexual cuando contribuye a alimentar sus discursos de odio contra los migrantes”. De media, 256 son algo más de una al día.
El menor detenido por la violación ocurrida el viernes residía en el centro de acogida de menores del distrito madrileño de Hortaleza, regentado por el Gobierno regional. Dos menores de ese mismo centro fueron agredidos en un parque cercano por encapuchados el domingo por la noche en lo que podría ser una venganza. Una de las víctimas tuvo que ser hospitalizada. El lunes, cuatro vehículos policiales vigilaban el exterior del centro.
La encuesta del CIS de julio colocó a la inmigración como tercer problema del país. Un 18,4% la situaba entre los tres principales. Cuando les preguntaban qué problemas les afectan más personalmente, la inmigración pasaba a ser el quinto con un 10,8%. En el primer caso, la percepción de un asunto depende también del interés que despierta en los partidos políticos y en la cobertura de los medios de comunicación. Si varios partidos o medios pretenden que un tema cause preocupación en la opinión pública, no lo tendrán muy difícil para conseguirlo.
Feijóo insistió en que existe un problema de delincuencia asociado a la inmigración. Es lo que viene diciendo desde que Vox empezó a crecer en los sondeos. El lunes, se refirió a “quienes acuden a España con el objetivo de no trabajar” y afirmó que “España no puede ser una nación con las puertas abiertas a la delincuencia”. Es una forma de argumentar que lo está siendo. Por eso, ha pedido que se deporte a los inmigrantes sin papeles que cometan delitos, que es una vieja reivindicación de Vox. “De forma inmediata”, dijo. Se supone que con los delitos más graves estará a favor de que sean juzgados y, en su caso, condenados y encarcelados. Pero el problema continúa siendo el mismo que el de cualquier expulsión, conseguir que el país de origen lo acepte, lo que no siempre ocurre, como bien saben todos los gobiernos europeos.
Hay asuntos en que la realidad cuenta con menos peso que los intereses de algunos partidos políticos. España tiene el doble de extranjeros (de 3,7 a siete millones) que hace veinte años y una tasa de delincuencia más baja que entonces. El país continúa teniendo una tasa de criminalidad a la baja o estable desde 2011 e inferior a la mayoría de los países europeos. Pero una sola violación puede significar muchos votos.