No nos cansaremos de recordar cuantas veces sea preciso (para que no caiga en el olvido), que Sánchez llegó a la presidencia del Gobierno tras sufrir las dos mayores derrotas obtenidas por el PSOE desde 1977 en unas elecciones generales. Que ambas fueron sucesivas y en tan sólo seis meses –diciembre de 2015 y junio de 2016– con 89 y 85 diputados respectivamente, que hasta la fecha siguen siendo los peores resultados socialistas obtenidos. Tuvieron que repetirse los comicios pese a ese reiterado fracaso, al negarse a reconocer la victoria del PP y oponerse a cualquier tipo de acuerdo para facilitar la investidura del reiterado ganador. E incluso –tras haber obligado a repetir las elecciones por primera vez en las catorce legislaturas precedentes–, su ambición pretendió que se celebraran por

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