Raquel Congosto escribe una novela sobre una temática discretamente explorada: la del duelo por la ruptura de una relación amistosa. Se suma a ensayos, películas y memorias recientes que reflexionan sobre este afecto

Solo se rompen las cosas que importan. Me refiero a que la conciencia de que algo ha sido verdaderamente quebrado, pisoteado o hecho trizas llega a nosotros cuando lo que estamos a punto de perder es un bien preciado. No resulta raro, entonces, que uno de los conceptos predilectos de los teóricos de las relaciones y de las “nuevas maneras de amar” sea el duelo, hoy resignificado como una pérdida no solo mortal, sino también ligada a la ruptura amorosa y, sobre todo, a la desaparición de una amistad. Se duela la muerte y se duela el desprecio. Por eso siempre he pensado que en

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