El arte parece inocuo y sin interés para la clase política hasta que el autoritarismo sube al poder. Entonces, todos los esfuerzos del gobernante en cuestión se centrarán en controlar las instituciones artísticas para plegarlas a su estrecha visión del mundo. Es el caso de , quien, como gran exponente del autócrata contemporáneo, se ha propuesto aherrojar la libertad artística por considerarla peligrosa para los intereses de los Estados Unidos. Su campaña de presión contra el John F. Kennedy Center for Performing Arts, o la dramática reducción de fondos aplicada contra el National Endowment for the Arts (NEA), el National Endowment for the Humanities (NEH), el Institute of Museum and Library Services (IMLS) o el Philadelphia Museum, son algunos ejemplos de una estrategia de sometimiento

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