Por Eduardo Reina – La semana pasada, en las charlas informales con gobernadores, quedó expuesto un diagnóstico común: el gobierno de Javier Milei tiene enormes dificultades para avanzar en entendimientos políticos. No se trata solo de números o de votos en el Congreso; se trata de confianza. Y la confianza se construye cumpliendo lo acordado, no cambiando las reglas de juego cada dos semanas.

Muchos mandatarios provinciales recuerdan que, durante meses, habían tejido compromisos con Santiago Caputo, un interlocutor discreto que entendía los códigos de la política y buscaba generar un marco de previsibilidad. Pero esos acuerdos fueron dinamitados de un plumazo por la motosierra torpe, bruta y caprichosa de Lule Menem y Karina Milei, quienes desoyeron lo pactado y eligieron el camino de la

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