China y Estados Unidos aún no lo saben, pero la revolución de la inteligencia artificial los acercará, no los distanciará. El auge de la IA los obligará a competir ferozmente por el dominio y, al mismo tiempo y con igual energía, a cooperar a una profundidad que nuestros dos países nunca antes han intentado. No tendrán otra opción.
¿Por qué tengo tanta confianza en ello? Porque la IA posee atributos únicos y plantea desafíos diferentes a los de cualquier tecnología anterior. Esta columna los analizará en detalle, pero aquí hay un par para empezar: la IA se extenderá como el vapor y se filtrará en todo. Estará en tu reloj, tu tostadora, tu coche, tu ordenador, tus gafas y tu marcapasos: siempre conectados, siempre comunicados, siempre recopilando datos para mejorar su rendimiento. Al hacer