Muchos padres, con la mejor intención, llaman a sus hijos “mi mejor amigo” . La frase suena tierna, moderna y cercana. Sin embargo, detrás de esa aparente inocencia se esconde un problema: al nombrar así a un hijo, el rol paterno se desdibuja y la relación se convierte en algo distinto a lo que un niño realmente necesita. Diversos expertos en advierten que esta costumbre, lejos de fortalecer el vínculo, puede resultar antieducativa.
Por qué no deberíamos llamar “amigos” a nuestros hijos
De acuerdo con la consejera de salud mental Holly Humphreys, “no tiene nada de malo pasar tiempo con tu hijo o hija y divertirte con él o ella. Es genial” . El problema aparece añade cuando empezamos a llamarlos “mejor amigo”, porque es entonces cuando los límites se difuminan.
La trabajadora social y