Un joven zamorano invidente, con varias medallas de campeonatos adaptados, encuentra en las canoas la vía para socializar, hacer deporte y relajarse

Rarararara , suena el bastón blanco de punta redonda al rascar el relieve de las baldosas rojas del club de Piragüismo de Zamora. El palo guía a Iker Gallego, de 18 años y ciego desde los tres, hacia el vestuario. El chaval viste ropa térmica y chaleco salvavidas, mantiene la vara en la mano derecha y con la zurda toma el remo, también blanco, hacia el cercano río Duero . El piragüista ya conoce el camino, pero se agarra o a sus padres o a su entrenador, Enrique Linares, por si rumbo al agua aparecen una raíz o bordillo traicioneros. En la dársena de madera aguardan las canoas y, una vez dentro, empiezan las órdenes del técnico. “¡Vete arr

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