MONTEVIDEO (AP) — Aún cuando sólo le falta un punto para clasificar a su quinto Mundial consecutivo, Uruguay sigue penando por aquella pelea desatada en las gradas del estadio de Charlotte, en la tormentosa semifinal de la Copa América de hace más de un año.

Y es que su delantero más importante, Darwin Núñez, verá desde afuera el éxito o tropiezo de sus compañeros. Para clasificarse, a la Celeste le basta con rescatar un empate este jueves, cuando Perú, casi eliminado, en crisis y con entrenador interino, le visite en el estadio Centenario de Montevideo.

Núñez sigue purgando la suspensión de cinco encuentros que se le impuso por una riña con aficionados.

No será la única ausencia que tendrá que resolver el entrenador argentino Marcelo Bielsa, quien luego de un inicio idílico, y un devenir algo tormentoso, parece haber congeniado al fin con la prensa y el público de Uruguay.

Ronald Araújo y Nahitan Nández -ambos posibles laterales derechos- también serán baja por acumulación de tarjetas amarillas, al igual que el central José María Giménez por lesión. En estas condiciones, el estratega rosarino deberá probar una defensa alternativa.

Otro de los ausentes por lesión será el punta Maxi Araujo, uno de los más protegidos por Bielsa.

El desempeño de la Celeste en estas eliminatorias puede dividirse en dos momentos bien marcados: antes y después de aquella Copa América que ganó Argentina en Estados Unidos. La participación uruguaya concluyó en semifinales, cuando cayó por penales ante Colombia.

Antes de ese certamen, los celestes supieron batir de visitante a Argentina, en La Bombonera de Buenos Aires, algo que no había ocurrido en 36 años, y a Brasil como local, tras no lograrlo en 22 años. En esos cotejos, Uruguay exhibió un juego intenso -con y sin el dominio de la pelota- que supo apalancarse en el trabajo de los medios Manuel Ugarte y Rodrigo Bentancur.

Más atrás en la evaluación del desempeño estaría Federico Valverde, aún en deuda si se compara con su desempeño en el Real Madrid.

Tras ese torneo sobrevino un temporal en la relación entre los jugadores y el entrenador argentino, que quedó expuesto tras las críticas del delantero del Inter Miami, Luis Suárez al seleccionador, justo antes de retirarse del combinado nacional.

En octubre del año pasado, el “Pistolero” expuso un ambiente tenso y un trato distanciado por parte de Bielsa, que según él afectó al grupo y a la convivencia en la selección uruguaya.

La batahola ante Colombia ya había erosionado moralmente al equipo, además de diezmarlo por las suspensiones. Ello se habría notado en el reinicio de las eliminatorias, donde penó cuatro partidos sin victorias, antes del triunfo agónico ante la misma selección cafetera en el estadio Centenario, que, a la postre, aclaró el panorama en la eliminatoria y constituyó una revancha.

“Soy consciente de que mi gestión, que tiene como principal objetivo rentabilizar el capital humano que me toca manejar en proporción a las cualidades que tiene, es un objetivo no cumplido”, se inculpó Bielsa en la rueda de prensa que antecedía el duelo ante Perú.

Valverde, capitán y referente, salió a responderle a su entrenador, confirmando que las nubes oscuras pasaron.

“Comparto que también es culpa nuestra. Hay que asumir las cosas”, respondió al ser consultado sobre el rendimiento.

Perú, por su parte, conserva una mínima posibilidad de acceder a la repesca, para lo cuál debería ganar los dos partidos finales. Parecería un premio demasiado alto para un equipo que ha tenido tres entrenadores a lo largo del certamen -Juan Reynoso, Jorge Fossati y Óscar Ibáñez- y que ha mostrado un rendimiento muy inferior al que tuvo en las dos eliminatorias anteriores con Ricardo Gareca como orientador.

En la primera acudió a la cita máxima en Rusia, luego de 36 años de ausencia. Luego, llegó al repechaje intercontinental que perdió ante Australia para quedarse al margen del certamen en Qatar.