Un ataque militar de EE.UU. frente a la costa venezolana mató a once presuntos miembros de una banda que viajaban en un barco de droga. Pero detrás de la bola de fuego yace una ecuación turbia: sin juicio, sin pruebas, solo una línea difusa entre justicia y guerra, soldado y policía.
Guerra contra pandillas, librada por una Marina
Todo comenzó con un video: imágenes granuladas de una lancha rápida cortando las agitadas aguas del Caribe, para luego estallar en llamas. No mucho después, un mensaje triunfal: el presidente había ordenado un “ataque cinético” contra una embarcación narco-terrorista. Once muertos. Ningún estadounidense herido. Ninguna duda expresada.
Excepto que las dudas llegaron de todos modos.
Esto no era un campo de batalla, ni un ejército. Era una sola lancha de contrab