Probablemente, Sánchez no pase a la historia como el mejor presidente de nuestra democracia, pero si algo hay que reconocerle es su ya legendaria facilidad para ejercer el camaleonismo político sin el más mínimo rubor y con esa naturalidad que brindan quienes ajenos a hemerotecas y fonotecas afirman una cosa por la mañana, la contraria por la tarde y vaya usted a saber por la noche. Ahora resulta que viene a proponer un gran pacto de Estado contra el cambio climático, similar a los acordados en otros tiempos como los históricos pactos de La Moncloa, el pacto de Toledo o el acuerdo contra el terrorismo, el mismo dirigente político cuya carta de presentación durante su discurso de investidura fue el levantamiento de un muro frente a quienes tendrían la obligación de ejercer la legítima oposi

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