Se sienta sobre el borde del sillón. Algo curvado hacia adelante, las piernas se cruzan a la altura de los tobillos y se esconden debajo del asiento. Las manos quedan libres para poder gesticular con autorreferencia. La respiración se acelera, su ceño se frunce, sus ojos sobresalen y su sonrisa muestra una excitación revanchista cuando llega al clímax diciendo: “Amo ser el topo dentro del Estado ; soy el que destruye el Estado desde adentro ”. La entrevistadora se ríe simpáticamente.

Este ensañamiento con el Estado que expresa Milei -al cual define como “una organización violenta” o “la madre de todos los problemas”- se justifica en el disfrute de más y mejor libertad para nosotros. Sin embargo, los acontecimientos de los últimos meses comenzaron a revelar una incongruencia de esta

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