Después de muchos años, este verano los coches de colores han venido a romper un poco la monotonía del gris, blanco, negro y metalizado que últimamente dominaba las calles y los aparcamientos de las playas. A lo largo de diversas temporadas se han ido acumulando rojos, más o menos sanguinosos y metalizados, azules, casi todos metalizados, algún azul celeste precioso (siempre en coches con matrículas extranjeras), algún amarillo, muy pocos verdes y diferentes tipos de tostado en una gama que va del naranja al cobre.
Tengo la teoría que los colores de coche aburridos son un síntoma de la tristeza del hipercapitalismo y de la tendencia a tomarnos demasiado en serio que cada vez más tenemos todos. Lo que hace explotar la cabeza es que mientras vamos por el mundo en esos coches de ministro pas