Parecía que la nave del misterio capitaneada por el matrimonio Warren nunca se iba a quedar sin combustible, a pesar de que ha llegado a su cuarto viaje sin apenas ideas que aportar a la expansión de un universo que se había ampliado con sendos desvíos (“Annabelle”, “La monja”) y sus respectivas secuelas.

Loque empezó siendo una aproximación clásica y elegante al subgénero de las casas encantadas, enmascarada en la excusa de la historia real y del liderazgo de dos personajes carismáticos que ofician de cazafantasmas carpetovetónicos, ha acabado en un capítulo final que tiene que implicar a la hija de la pareja protagonista en su intriga demoníaca para aparentar una cierta originalidad, que apenas tiene pocas secuencias memorables -la mejor, situada en el probador de una tienda de vest

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