Dr Carlos Vera
Jefe de Urgencias
San José Interclínica
Dos veces al año nos enfrentamos al mismo ritual: adelantar o atrasar los relojes. Una acción aparentemente simple, que se ha normalizado en nuestra rutina nacional, pero que puede tener efectos más profundos de lo que suele reconocerse.
Aunque parece un acto mecánico, el cambio de hora interrumpe el ritmo circadiano, ese reloj interno que regula el sueño y otros procesos biológicos. Por eso, no es extraño que aparezcan síntomas como cansancio, irritabilidad, falta de concentración o dificultades para conciliar el sueño.
La buena noticia es que existen formas de minimizar ese impacto. Una de las más efectivas es anticiparse: ajustar la hora de ir a dormir de manera gradual, en los días previos, ayuda a que la transición no sea tan