El autor de 'La mano invisible' publica 'Las buenas noches', una novela que señala al insomnio como "un problema colectivo": "Que España sea el país del mundo que más benzodiacepinas consume describe a una sociedad enferma"

Qué buena cara tras las vacaciones

Si buscamos en internet consejos para dormir mejor, aparecen fórmulas como evitar las cenas copiosas, reducir el consumo de cafeína o no beber alcohol antes de irse a la cama. Pero se podrían –y deberían– añadir unas cuantas más: trabajar menos, conseguir mejores condiciones laborales, exigir que se garantice nuestro derecho a una vivienda digna, defender políticas públicas en salud, educación y cultura; subordinar la riqueza del país al interés general. Posibles soluciones que apelan a lo colectivo y que el escritor Isaac Rosa, articulista además de elDiario.es, propone para combatir el insomnio en su nueva novela, Las buenas noches (Seix Barral).

Un libro en el que ha conseguido plasmar cómo funcionan –o 'disfuncionan'– nuestros cuerpos cuando no podemos dormir, cuando el insomnio convierte las noches en auténticas pesadillas en las que de nada vale cerrar los ojos. El autor vuelca los pensamientos incesantes, la angustia, la desesperación, la desazón y la desesperación que, en el caso de su protagonista, palia temporalmente al encontrar una 'compañera de sueño'. No es su pareja, tampoco su amiga, ni su amante, simplemente la persona con la que consigue, al menos durante unas horas, desenchufarse.

¿Escribir sobre el buen dormir le ha ayudado a dormir mejor?

No creo que el libro sirva para dormir mejor, pero sí me gustaría que sirviera para que la gente que duerme mal, y quien no también, nos demos cuenta de que no dormir no es un problema individual, sino colectivo. Cuando tanta gente duerme mal, aunque cada uno tenga sus razones, quiere decir que es un problema social.

No dormir bien suele encima hacernos sentir culpables y avergonzados.

Sí. Hay una sensación de fracaso, de algo he hecho mal. Y además al día siguiente voy a ser un escombro humano, no voy a cumplir, no voy a poder trabajar como debería.

E incluso está la valoración de que dormir es de cobardes o una pérdida de tiempo.

Al mismo tiempo que no podemos dormir y buscamos remedios, hay una obsesión por dormir menos, por aprovechar el tiempo, por ganarle horas al día ganándoselas a la noche. Es algo cultural evidentemente, pero que está en nuestro modelo de sociedad, económico, social y urbanístico incluso.

Cuando llegas a Madrid en tren hay una publicidad en la estación de Atocha que te dice: “Bienvenido a la ciudad que nunca duerme”. Eso es lo que vende Madrid, un modelo de ciudad, económico, social, turístico de ocio, que es el que todo esté abierto y disponible. Y como está disponible, tenemos que estar consumiendo, visitando, haciendo, trabajando. Vivimos como en una especie de luz encendida, un día permanente en el que dormir parece que es perdernos algo, perder tiempo, dejar de hacer. No hay noche.

Entre los problemas que no nos dejan dormir está el 'insomnio inmobiliario', ¿atajarlo sería una solución?

Si pensamos en los remedios para dormir mejor, tenemos las recomendaciones habituales que a veces valen por un tiempo. Pero si pensamos en remedios de verdad, si asumimos que es un problema social, deberíamos ir a las causas de ese malestar que nos impide dormir. Y aunque no es el único, entre ellos está ahora la vivienda. Tenemos una crisis de vivienda enorme en España que seguramente le quita el sueño a mucha gente.

No quiere decir que resolviendo el tema de la vivienda vayamos a dormir mejor porque habrá gente que seguirá durmiendo mal por otros motivos, pero si hubiera una política pública de vivienda ambiciosa y que resolviera la crisis que tenemos, seguramente habría gente que dormiría mejor.

¿Cree que se le dará solución?

El problema es que mientras no llega la solución, cada vez estamos en peor situación. Si se consiguiera simplemente parar la subida, ya sería un éxito. Pero ya no nos vale con que no siga subiendo, necesitamos que baje. La desproporción de cómo en los últimos años sube la vivienda a cómo lo hacen los sueldos, hace que el hueco entre el poder adquisitivo de la gente y la vivienda sea enorme.

Y no es un problema como a veces se dice solo de los jóvenes que se tienen que emancipar, es un problema de familias, de gente de todas las edades, gente que de repente cambia de trabajo, de ciudad, se separa y tiene que buscar un piso y no puede. Ya no estamos en una crisis de vivienda, estamos en una emergencia de vivienda. Igual que pasó con el cambio climático.

Ya no estamos en una crisis de vivienda, estamos en una emergencia de vivienda. Como pasó con el cambio climático

Que España sea el país en el que más se consumen benzodiacepinas en el mundo demuestra lo normalizado que lo tenemos.

Es que este dato me impresionó, es un disparate. Estamos tomando ansiolíticos y eso dice mucho de nuestros malestares sociales, pero también del sistema sanitario que receta con tanta facilidad porque no tiene otro recurso. Si tú no puedes dormir y vas al médico, pero este no tiene tiempo para atenderte o recursos a los que derivarte, al final lo fácil es darte una pastilla.

¿Por qué en España consumimos más que en el resto?

Llevo tiempo recopilando en qué somos los españoles líderes en el mundo, en cosas buenas y malas, y está también el dato de las alarmas de hogar. Somos el tercer país del mundo, y el primero de Europa. Esto dice que somos una sociedad donde el miedo se ha instalado, los discursos del miedo que tienen que ver con que te van a ocupar la vivienda o ladrones que entran. Que seamos el país líder en benzodiacepinas y tercero en alarmas de hogar describe a una sociedad enferma en muchos sentidos.

Que España sea el país del mundo que más benzodiacepinas consume describe a una sociedad enferma

¿Cree que Pedro Sánchez duerme bien?

No, obviamente Pedro Sánchez, no. Tiene una cara el pobre… Pero luego además entre políticos, de lo que se presume es de lo contrario. Recuerdo cuando Yolanda Díaz en campaña electoral decía que dormía dos o tres horas. Si eso es así, no debería decirlo. En las élites hay esa idea de dormimos menos porque tenemos mucha responsabilidad, pero aparte así podemos trabajar más. Y es un poco el secreto de nuestro éxito. Hemos llegado donde hemos llegado porque somos capaces de aguantar durmiendo tres horas. Eso evidentemente no debería decirlo una vicepresidenta del Gobierno. No debería proponer como modelo ser capaz de dormir tres horas y estar activa. Debería decir: “¡Ojalá pudiera dormir más horas!” o “necesito dormir más horas”.

Entre eso y que planchar relaja...

Sí, pero seguramente si un político, y especialmente una política, dijera que duerme ocho horas al día, seguramente cargarían contra ella. En el libro hablo del 'Club de las 5 de la mañana', ese modelo que presenta que hay una élite del sueño que son capaces de dormir muy poco y gracias a eso han llegado donde han llegado. Grandes artistas, inventores, empresarios millonarios. Y que si nosotros hiciéramos lo mismo, nos iba a ir mejor en todo. Cosa que obviamente no es así. No es el modelo válido.

Una vicepresidenta de Gobierno no debería proponer como modelo ser capaz de dormir tres horas y estar activa

¿No se pone solución porque nadie esté sacando dinero a costa de que no durmamos?

Bueno, sí hay un negocio del sueño. Hay toda una industria del no dormir porque cuando no podemos, buscamos remedios y acabamos comprando lo que nos vendan. Si buscas en internet aparecen anuncios posicionados de clínicas del sueño, pero también de colchones y almohadas especiales, tecnología, productos y medicamentos naturales, hoteles con programas de sueño. Te están vendiendo el dormir. Cualquier empresario que ve que hay un 30% de la población que tiene problemas para dormir, ve que hay un nicho de mercado.

¿Es optimista? ¿Cree que puede ocurrir algo para que durmamos mejor?

No soy optimista, pero sí tengo esperanza. Me gusta citar el libro de Terry Eagleton, Esperanza sin optimismo, donde hace la distinción entre ambas. El optimismo es más pasivo, confiar en que las cosas saldrán bien. Esperar a que pase esta ola y venga la buena, que pase este ciclo político malo y venga el bueno. Que las cosas cambien no sabemos cómo. La esperanza es más activa, algo que hay que trabajarse.