Con «Me llevaré el fuego», Leila Slimani cierra con incandescencia su tríptico «El país de los otros», fundando una saga que trasciende lo familiar para devenir en parábola del desarraigo y de la transmisión. La tercera generación de los Belhaj, encarnada en Mia e Inès, se convierte en emblema de esa juventud marroquí que, en los años ochenta y noventa, oscila entre la clausura dictatorial de Hassan II y el espejismo francés de la integración.

Son hijas de una tierra marcada por la violencia política y nietas de un exilio inaugural: sobre ellas pesa el dilema entre la raíz y la fuga. Su prosa, afinada como una cuerda que tiembla entre el rigor documental y la vibración poética, consigue una polifonía que concede voz plena a sus personajes. No hay jerarquías: la abuela Mathilde, la madre

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