La aparición del cadáver de la española Matilde Muñoz, en una playa de Senggigi (Lombok Occidental), puso fin la pasada semana a una búsqueda de dos meses en la isla indonesia en la que pasaba largas temporadas. Un enclave paradisíaco que esta turista gallega, azafata de vuelo jubilada, consideraba su segunda casa y que, a la postre, acabó convertido en escenario de sus últimos momentos de vida.
Tras conocer los resultados oficiales de la autopsia, que evidencian que el cuerpo fue trasladado de sitio hasta en cuatro oacsiones, el caso del asesinato de la española continúa rodeado de incógnitas. Y, pese a que dos hombres fueron detenidos como presuntos autores de su muerte, la motivación del crimen (que todo parece indicar fue el robo) o la posibilidad de que haya más personas implicadas s